jueves, 29 de abril de 2010

Economía - Publicidad, o cómo hacer que la gente se engañe a sí misma.

La crisis está en boca de todos. Y cuando digo en boca, lo hago de forma literal. Los bares, y sus terrazas ahora que parece haber llegado el buen tiempo, siguen llenándose. Y mientras la gente está en su tercer bar del día tomando algo con sus amigos, hablan de la crisis.

- Joder, qué caro está todo. Si ya antes me costaba llegar a fin de mes, ahora no se ni cómo llego al fin de semana.
- A mi me lo vas a contar. Y encima ahora, a subir los impuestos. Así no se sale de una crisis...

Cuanta razón. Así, no se sale de una crisis.

Y es que si hace falta, seguimos usando las únicas zapatillas que tenemos, las que tienen 7 años y se rompieron hace 2. Pero, ¿salir menos? ¡Venga hombre! Menuda locura.

Pero hoy no voy a hablar de la crisis en términos generales, si no, concretamente, de la publicidad.

La gente dice que la publicidad engaña, que miente. Que nos venden cosas inciertas o falsas. Nada más lejos de la realidad. Si el anuncio de ese coche que tanto te gusta dice que lo tienes desde 6.000€, es que lo tienes desde 6.000€. Ahora bien, si uno no entiende el significado de "desde", o no se para a leer la letra pequeña del anuncio, o a buscar información en internet, el problema lo tiene el cliente, no la empresa.
Porque lo queremos todo hecho. Pero las empresas también. Y si, aún diciendo las cosas como son, engañan a un puñado de "julais", para ellos está bien. Que la gran mayoría de empresas no tiene moral ninguna ya deberiamos ir aprendiéndolo.

Un caso práctico.

En un catálogo de muebles de una empresa que está de ofertas anuncian una mesita, una mesa pequeña donde, por ejemplo, apoyar un portátil, o unos apuntes, o la cena para cuando estás solo y comes en el sofá viendo la televisión. El precio de 6€ resalta a la vista, máxime tratándose de un catálogo de muebles y teniendo al lado precios de 3 cifras al tratarse de camas o armarios. Ya eso es una pequeña muestra de estrategia de márketing.

Pero, ¿cuesta la mesa 6€? Cuando estamos casi decididos a comprarla, vemos algo que el tamaño de letra usado para poner ese bajísimo precio no nos había dejado ver: la primera unidad a 22€, si compras dos, la segunda a 6€. Anda, ¿y eso?

En este momento pueden darse varias situaciones, cuyo desenlace dependerá de cómo sea cada persona y, por supuesto, de si realmente necesita la mesita o no -aunque hay un tipo de persona que la comprará aún sin necesitarla.

De entrada, está la persona objetiva. Se pone a pensar. 28€ por dos mesas, son 14€ por mesa. Pero, ¿necesito dos? Una me vendría bien, pero no se qué podría hacer con la segunda...bueno, tal vez podría regalarla. Es un regalo bastante práctico.
Eso en el caso de que la necesite, porque si no la necesita:
Por 6€, hasta sin necesitarla la compraba. Pero 28€ para comprar dos cosas que no me hacen falta...no. Prefiero pasar. Si ya tengo mesa para todo lo que necesito...

La segunda persona sería la económicamente objetiva. Vaya, resulta que no cuesta 6€, si no 14 cada una...pero claro, si esta mesa se está vendiendo a 22 y yo puedo comprar dos de ellas a 28€, es un auténtico chollo...después, si no me sirve, puedo vendérsela a un amigo diciéndole que me costó 22 pero que por ser él se la dejo en 15 -bueno, ya sabemos que amigos hay de todo tipo-, y entre eso y el uso las tengo amortizadas de sobra...venga, las compro.
Es muy probable que las compre aun sin necesitarla. Salvo que sea una persona económicamente objetiva, pero tacaña.

La tercera puede llamarse de muchas maneras, desde poco ávido hasta idiota. Este no requiere un análisis muy profundo, ni su toma de decisión tampoco. ¿6€ por una mesa que aquí mismo me dicen que vale 22? Cojo el coche ya, que semejante chollo seguro que se termina enseguida -...-. ¿Y si me cojo cuatro? 56€ por cuatro mesas que valen 88...espero que todavía tengan cuatro.
Probablemente ni las necesite, ni le sirvan para nada. A estos es a quienes dirigen las empresas este tipo de ofertas. Es su negocio.

También está, obviamente, la gente normal. Esta, si necesita una de estas mesas, comprará dos, porque 6€ por una mesa sigue siendo poco realmente. Y si no la necesita, no pagará 22€ por una mesa. Parecería igual que la persona objetiva, pero no lo es. El razonamiento es diferente y en otro tipo de oferta el resultado podría variar.

Pero como puede verse, la empresa no engaña. La información está ahí. 28€ por dos mesas, 22€ por una. Ahora bien, si la persona cree que merece la pena comprar una mesa a 6€, aun teniendo que desembolsar previamente 22€ -porque lo que atrae es la segunda mesa, no la primera-, la empresa no tiene culpa ninguna.

Y es que por mucho que se hable de que la publicidad engaña, rara vez una persona ganará un juicio contra una empresa a la que acusa de publicidad engañosa. Porque para ellos sale más a cuenta intentar conseguir que el consumidor se engañe solo que engañar él, lo cual es ilegal.

Como curiosidad diré que en una ocasión un chico demandó a Axe porque tras no se cuántos años usando sus productos, seguía sin novia. Cómo pudo ganar el chico, no lo se, ni lo entiendo, porque es absurdo. Sí que creo que los anuncios de Axe son machistas, pero muy machistas. Pero de ahí a que en algún momento aseguren que usándolo tendrás novia...en fin, que el chico ese se dejó engañar como el que más, pero al menos tuvo una suerte loca de ganar el juicio.
Y hace un momento acabo de ver un anuncio, de un peine "de alta tecnología" -y lo que me ahorro yo peinandome con las manos...-. ¿Cómo conseguir que se venda? Añadiendo en el anuncio un texto: "el mejor regalo para el Día de la Madre". Ole a sus directivos de márketing. Estoy seguro de que venderán bastantes más solo gracias a eso...preguntádle a vuestra madre a ver si no prefieren un ramo de flores, una prenda de ropa que hayan visto y les guste mucho o alguna pulsera/collar/pendientes muy bonitos y aún así baratos...

En fin, que no os dejeis engañar. Leed la letra pequeña, recordad lo que significa "desde", y siempre, siempre, pensad antes de comprar cualquier cosa si de verdad lo necesitais. Yo por mi parte, creo que compraré esas dos mesas. Me vendrá muy bien una, ya que ahora mismo estoy en cuclillas con el portátil apoyado en una mesa muy baja. Y la segunda, puede venir bien en algunas ocasiones, y, si no, se regala a un amigo. Regala. Que a los amigos no se les cobra, por dios...

Sobre la crisis y por qué creo que si salimos de ella no será gracias a la gente, ya escribiré otro día. Que os vaya bien, y que tengáis unas buenas y fructíferas compras.

lunes, 26 de abril de 2010

Filosofía - Introducción

La filosofía, palabra proveniente del griego antiguo cuyo significado sería "amor por la sabiduría", podría definirse como la ciencia que trata los temas más fundamentales, básicos o trascendentales del ser humano. Aunque el adjetivo "ciencia" para referirse a la filosofía es motivo de gran discusión, lo cual parece obvio si se toma como definición de la misma, de la ciencia, la siguiente:
conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales.


ya que la filosofía, más que principios y leyes generales, y debido a los temas que trata, lo que ofrece son distintos puntos de vista a problemas o cuestiones que preocupan al hombre. Puntos de vista, o teorías. Pero rara vez la filosofía ofrece principios o leyes generales e indiscutibles, ya que los temas que ésta trata, como puede ser la búsqueda de la verdad, lo éticamente correcto, la realidad, son temas en gran parte subjetivos -aunque otras de las ramas de la filosofía, como la lógica, sí que se rigen por normas o pautas fijas y no hipótesis, ideas o pensamientos subjetivos.

¿Y cuál es la importancia de la filosofía en la vida cotidiana?

Bueno, tomándola como una ciencia subjetiva, refiriéndonos únicamente a esa parte imprecisa e inexácta que trata la filosofía, podría decirse que el conocimiento de la filosofía, de los filósofos y de las corrientes filosóficas sería la finalidad per se de su estudio, ya que no tendría aplicación en nuestra vida salvo que nuestro punto de vista coincida con el de algún filósofo en concreto. Es decir, que normalmente quien estudia las distintas corrientes y pensamientos filosóficos lo hace por curiosidad o por interés, pero en numerosas ocasiones no puede aplicar lo que aprende debido a que no comparte los puntos de vista de los filósocos que estudia.

La subjetividad de temas que trata la filosofía tales como la realidad, la verdad, o la ética, propician que sea cada individuo quien, volviéndose filósofo sin saberlo, cree sus propias ideas, a veces tomando bases tratadas por filósofos famosos, a veces creando su propia realidad desde cero.

Para quienes no se hayen muy iniciados en la materia filosófica, esta explicación resultará, cuanto menos, confusa. Pondré un ejemplo personal para aclarar un poco más el tema:

El filósofo René Descartes, en sus meditaciones metafísicas, hace mención a su famosísima frase, Cogito ergo sum, Pienso, luego existo. Esta pequeña, y pese a su pequeñez, tremendamente profunda frase es fácilmente entendible si se conoce un mínimo de su pensamiento. Y es que Descartes decía que es imposible para el ser humano discernir si algo de lo que le rodea es real. ¿Cómo puedes saber, mirando ahora mismo la pantalla de tu ordenador, que este texto, que dicha pantalla, que tu ordenador, incluso la mesa sobre la cual está apoyado, es real? ¿Cómo saber si no es tu mente quien está creando esa ilusión, esa falsa imagen? ¿Qué, o quién, puede asegurarme que algo de lo que he vivido, vivo o viviré es real, y no el simple delirio de una materia capaz de generar ilusiones e invenciones -el cerebro-? No puedo aceptar nada como real, opinaba Descartes, salvo mi propia existencia. ¿Y por qué? Porque pienso. Si Descartes hubiese vivido en esta época, es posible que hubiese planteado algo así como "¿Cómo puedo saber que las personas que me encuentro cada día no son, si no meras ilusiones, cuanto menos simples androides, ciborgs, robots en suma, que provocan que crea la realidad que veo, aun siendo esta falsa?". Pero cómo dudar de mi existencia, si soy yo quien está ideando esto, quien está exponiendo esta visión de la realidad.
Es cierto que es un punto de vista bastante egocéntrico. Admitiría ahora mismo mi egocentrísmo de no ser porque esto supondría que se me viese con malos ojos...prefiero reservarme el tema de mi egocentría para una entrada en la que me abra y exponga con pelos y señales qué clase de persona soy, o pretendo ser, para que quede claro mi nivel de egocentrismo y el por qué de éste.

Por supuesto, esto solo era la visión que de la realidad tenía Descartes. Pero, como creo que queda patente al conocer la realidad "descartiana", perdón por la adjetivización, es un punto de vista que depende totalmente del sujeto, y cada cual, ya sea por su forma de ver las cosas o incluso por influencia de su entorno más cercano, puede tener o crearse el suyo propio. Al igual que habrá gente que estará de acuerdo con Descartes, habrá otra a la que ésto le parezca un absurdo sin sentido.

Creo que sobra decir que la obra de Descartes no se limita a esto, si no que es mucho más extensa y tiene diversos puntos, con algunos de los cuales no comparto su opinión para nada. Porque es eso, una opinión. Dicen que la genialidad y la locura se parecen tanto que cuesta distinguirlas. ¿Cómo vamos a implantar como ley, como algo irrefutablemente cierto, algo dicho por alguien que no se sabe si poseía tal genialidad que era capaz de discernir claramente la auténtica realidad, o si, por el contrario, estaba tan loco como para exponer unas ideas tan descabelladas? Como seres libres que somos, no podemos aceptar como realidad lo que otra persona nos expone como cierto sin antes razonarlo. Es posible que coincidamos con esa persona, aunque difícilmente se coincidirá en todo, pero también es posible que la realidad que se nos ofrece no nos parezca cierta, o incluso, simplemente, que no nos guste asumir que la realidad es así de triste, o de feliz, y prefiramos exponer otra auténtica -auténticamente subjetiva- realidad.

Esto ha sido una mera introducción a la filosofía, para los no iniciados y para los iniciados que la tenían abandonada, y también para quienes conocen y se interesan por el tema, para que sepan cómo tengo intención de tratarlo y cuál es más o menos mi punto de vista personal. Posteriormente, escribiré sobre temas relacionados a la filosofía de diversa índole: desde los distintos filósofos más destacados hasta las diversas ramas que engloba la filosofía.

Por cierto, la definición que da la Wikipedia sobre la filosofía -me gusta añadir algo de la wikipedia en las entradas, ya que me parece que la labor que ésta hace para la comunidad global es un acto impagable y de dimensiones incalculables, la cultura no tiene precio- es la siguiente:

La filosofía (del latin philosophĭa, y éste del griego antiguo φιλοσοφία, 'amor por la sabiduría') es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje. Al abordar estos problemas, la filosofía se distingue del misticismo, la mitología y ciertas formas de religión por su énfasis en los argumentos racionales, y de la ciencia porque generalmente lleva adelante sus investigaciones de una manera no empírica, sea mediante la especulación, el análisis conceptual, los experimentos mentales u otros métodos a priori.

miércoles, 21 de abril de 2010

Sociedad - Respeto

Se que dije no escribir nuevamente sobre sociedad, al menos hasta después de algunas cuantas entradas más. Pero, por desgracia supongo, la sociedad genera por sí misma nuevos temas de los que hablar cada día.

Por desgracia, porque dudo que algún día, al menos próximo, una de mis improvisadas entradas sobre sociedad escritas por algo acaecido en el mismo día vaya a tratar una buena noticia.

Y es que cuando se dice que la sociedad moderna es una mierda, con perdón, es por algo. Es porque cientos de actitudes de la población son, cuanto menos, indignantes.

La razón de dicha indignación hoy es la falta de respeto. Hoy, en una de mis clases, unas compañeras -eran de otra clase, pero son compañeras al fin y al cabo- iban a explicar un trabajo, una presentación. Y, además, el profesor había invitado a algunas personas mayores, con experiencia, para que tratasen el tema con nosotros, lo cual por su parte no solo es un esfuerzo hecho para nosotros sino también un afán de introducirnos el tema a la vida cotidiana, hacérnoslo familiar. En primer lugar presentaban las compañeras, y después, intervenian dichas personas.

La presentación no estuvo mal, y pese a los, en mi opinión, excesivos minutos de vídeo, la gente no molestó mucho. Alguna risa demasiado alta y murmullos de tanto en tanto, pero nada exagerado. Mientras ellas hablaban, los demás, callaban.

Pero llegó el turno de los sexagenarios, y con ellos, la mala educación de la que ya hablé en otra entrada -y no por parte de ellos, precisamente-. Lo obvio es que mientras alguien habla frente a un público, es que el resto de gente calle, al menos hasta que se llegue a algo parecido a una ronda de preguntas. Y si una persona no está interesada tiene diversas opciones: salir de la sala, hablar con un compañero, pero en voz muy baja, o hacer cada uno sus cosas, pero en silencio, sin molestar.

Bueno, dado que tras esta clase el profesor iba a hacer unas preguntas, una especie de examen-test que siempre toca hacer tras la clase del miércoles, y dado que no deja que nadie entre a clase pasada la hora de entrar, lo de salir de la sala no era una verdadera opción. Pero sí las otras dos. Y si te apetece hablar, habla, pero en bajo, habla para dos, no para veinte. Máxime cuando la persona que está hablando no tiene fuerza de voz debido al paso inexorable de los años.

Obviamente, eso no pasó. El respeto no fue hoy a clase, probablemente se quedase dormido. Ellos, los sexagenarios, estaban en primera fila, y yo, nosotros, mi grupo, en la cuarta. Dos simples filas nos separaban, y, pese a eso, era imposible oir nada en absoluto. En las filas de atrás, todo el mundo hablaba. Aún los de la fila de delante de nosotros acercaban la cabeza hacia delante para intentar escuchar.

No sé cómo puede faltarse el respeto a alguien así, con tal desfachatez. Es casi como escupirle a la cara directamente. Y es que si no respetas a una persona, es porque le faltas al respeto. El mayor problema es que el respeto aquí vale más bien poco. Es una pena que en un aspecto como ese, no hayamos adoptado la cultura oriental, donde el respeto es tan importante que incluso deben hacer una reverencia con distinta inclinación según con quién traten.

Pero aquí el respeto ya no existe. Ni tan siquiera los hijos respetan a sus padres. De lo contrario, nunca se darían casos de jóvenes que pegan a sus padres, o no habría existido el programa ese, "generación ni-ni" -que, por cierto, puso las expectativas muy altas, para acabar siendo otro programa basura tipo gran hermano pero con "jóvenes chungos"-. Supongo que eso explica por qué no se respeta a los mayores...si ni se respeta a los padres, ¿a quién se va a respetar?

Por cierto...los actos tienen consecuencias. ¿Qué pasó por culpa de esta falta de respeto de gran parte de la clase? Que el profesor anuló ese examen-test. No, no para ponerlo otro día. Simplemente, lo suprimió. Ahora, mientras que el otro grupo de nuestro curso tiene 8 oportunidades, 8 examenes, para aprobar la asignatura, nosotros tenemos 7. Muchas gracias a todos los que van a clase a divertirse. Gracias por, literalmente, jodernos a los demás.

Bueno, tendré que irme ya, que tengo otra clase...espero no tener que escribir sobre algo como esto de nuevo, y poder variar la temática tan monótona del blog.

Cuidaos ^^

viernes, 16 de abril de 2010

Psicología - Miedo

El miedo es un estado del cuerpo y de la mente.

El miedo puede surgir tanto por el temor a algo físico como por el temor a algo sentimental. Pero estos dos miedos son diferentes: el primero hace que uno se sienta débil, asustado, solo, y produce más reacciones físicas: sudores, temblores, incluso lágrimas, pero de impotencia, no de tristeza; mientras que el segundo, produce más tristeza que cualquier otra cosa. Con temor a algo sentimental me refiero, básicamente, al temor a una pérdida amorosa, tanto de una relación como de una amistad.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, el miedo es, posiblemente, una de las peores sensaciones que un ser humano pueda sufrir, porque el miedo paraliza. Uno no puede controlar su cuerpo, ni mucho menos su mente, la cual se encuentra encerrada en una jaula que no permite que nada lógico la atraviese. El miedo no te permite pensar con lógica, ni razonar, cuando inunda tu mente.

Miedo se puede tener a cualquier cosa, y los hay, por decirlo de alguna manera, por "precaución" y por "situación". Es decir, hay gente que puede sentir miedo a lo que podría pasar, a las posibles consecuencias de sus actos, por ejemplo, miedo a poder sufrir un accidente de coche por conducir de noche; o miedo a lo que le está sucediendo, a su situación actual, como tener miedo a la muerte por estar sufriendo una enfermedad terminal.

Obviamente, el segundo es el peor, ya que al ser producido por algo real, algo no solamente "abstracto", por decirlo de alguna manera, como podría ser el miedo a sufrir la picadura de un insecto o a sufrir un accidente de aviación -no confundir estos miedos, que son generados por algo racional, por unas razones concretas, con las fobias, que son miedos irracionales a situaciones en ocasiones ridículas-, es complicado evadir los pensamientos en esa difícil situación para así vencer al miedo.

La definición que da la wikipedia del miedo es "una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza."

Bueno, no entiendo lo de "habitualmente desagradable". Supongo que hay gente que disfruta del miedo. Al fin y al cabo, puede dar un subidón de adrenalina, y mucha gente es adicta a esto.

"percepción de un peligro, real o supuesto" es lo que yo denominé "temor a algo físico o temor a algo sentimental", entendiendo ahora por sentimental algo, absurdamente definido, no-físico.

En cuanto al peligro "presente, futuro o incluso pasado", el primero sería lo que nombré como "miedo por situación", mientras que los dos siguientes serían el "miedo por precaución", aunque ampliando el término "precaución", que indica más algo futuro o que es solo posible, para abarcar también los peligros pasados.

Así, el miedo provocado "por la percepción a un peligro presente", unido a la "percepción a un peligro real", sería la peor situación posible, ya que convergen los hechos de un peligro físico y actual, es decir, que se estaría sintiendo miedo por algo físico que estaría pasando en ese mismo instante.

Es posible que el "miedo pasado", de ambos tipos (real o supuesto), sea el más sencillo de evitar, ya que, al ya haber pasado el verdadero peligro, ya se conoce la sensación, y solo sería cuestión de intentar olvidarlo. Un "miedo futuro" también puede ser algo fácil de eliminar, siempre y cuando sea un miedo más cercano a ser una fobia (algo irracional), ya que si el miedo tiene diversas razones en las que éste se base, será más difícil que el sujeto que lo sufre pueda olvidarlo.

Es curioso también como el miedo a lo que podría pasar puede hacer a uno cometer estupideces, o actuar sin ninguna lógica. Un ejemplo lo vi hace un par de días en las noticias, cuando, hablando en las noticias de los carteristas y temas por el estilo, mostraron unas imagenes de cómo tres individuos estaban robando y golpeando a un transeunte, en una calle peatonal, y aun cuando montones de personas pasaban a su lado, nadie ayudaba al pobre hombre.
Aunque tal vez esto vaya un poco enlazado a mi anterior entrada sobre la educación, pero bueno.

De todas formas, creo que el tema puede quedar aquí. No estoy demasiado centrado hoy, pero quería haber terminado esto incluso ayer. No importa demasiado, por que tanto sobre las fobias como sobre el pánico, lo cual complementa bastante este tema, ya escribiré en otra ocasión. Aunque no pronto, creo, ya que parece que cuando comienzo con un bloque (sociedad antes, psicología ahora), no puedo dejar de escribir sobre ello. Será que cuando uno recuerda lo interesante que es una determinada "ciencia", no es capaz de dejar de analizarla por un tiempo.

En fin, aquí queda el tema pues. Muchas gracias por adelantado a todo comentario, y toda lectura también. El próximo escrito intentaré que no sea ni sobre sociedad ni sobre psicología. Tal vez sobre algo más abstracto...filosofía, o alguna ciencia tipo física o astronomía. ¡Ah! Y, por favor, si accediste a mi blog gracias al evento del tuenti, por favor, dedica un minuto de tu tiempo a pasar el evento, ya que se tarda poco y a mi me haces un enorme favor. Gracias a todos.

martes, 13 de abril de 2010

Psicología - Supersticiones

El otro día, revisando mi blog, me di cuenta que mis dos últimas entradas fueron en martes. Dos martes de cada tres, es un buen día para mí para escribir, porque tengo bastante tiempo. Entonces decidí dejar la siguiente entrada para hoy, martes.
Pero, ¿sobre qué escribir? Creo que tantas entradas sobre sociedad ya cansan un poco. Otras entradas me llevan demasiado tiempo como para terminarlas en un solo día. Así que, ¿sobre qué escribir?
La solución vino sola, pues ayer me di cuenta de que mañana -es decir, hoy- iba a ser Martes 13.

Martes 13. El día maldito...aquí. Muchos no lo saben, pero mientras que aquí los días 13 de cada mes que caen martes son los de la mala suerte, en las culturas anglosajonas esto es cuando cae en viernes. Y, de hecho, en Italia, son los viernes 17 los días de la mala suerte.

¿Y por qué nos da mala suerte el martes 13?

En primer lugar, el día martes es el asignado al dios romano Marte, el cual es el relacionado con la guerra, de la sangre, de la violencia. Además de esto, un hecho que conmocionó el mundo, significando el fin y principio de una nueva edad para muchos -no para nuestra cultura, donde la Edad Media termina con el descubrimiento de América, comenzando así la Edad Moderna-, ocurrió en martes: la caída del imperio romano de oriente, Constantinopla.

¿Y el 13?
El número 13 como número de mala suerte, al igual que el martes en el caso de su relación al dios Marte, proviene de diversos hechos de varias mitologías: en primer lugar, tal vez el hecho más importante dada la religión predominante en nuestro país, el hecho de que Jesucristo, que fue condenado por la traición de uno de sus apóstoles, junto con el número de sus apóstoles (12), fuesen 13. También, en la mitología nórdica, siempre se ha dicho que Loki quien, como en el caso de Marte, era un dios más bien malvado, relacionado habitualmente con el fuego y el engaño, el fraude, era el decimotercer dios. Además, la Kabbalah define a 13 espíritus malignos.

Razones sobran para descirbir un martes 13 como un día de mal fario -al igual que sobrarán en las culturas anglosajonas para que éste día sea el viernes 13. Pero, ¿qué ocurre en este día?

Para gustos, colores, como dicen. Y no iba a ser menos con las supersticiones. En Martes 13 puede verse desde gente que prefiere ni tan siquiera salir de casa -existe la fobia a los martes 13. Esta fobia se llama trezidavomartiofobia. La fobia que engloba al miedo irracional al número 13 se denomina triscaidecafobia, surgiendo de ésta las vertientes del miedo irracional al martes 13 y al viernes 13-, hasta gente que aproveche ese día concreto para probar suerte en los juegos de azar.

Pero esta divergencia de reacciones a una superstición no es la única. En muchas de las supersticiones más corrientes ocurre lo mismo. Por ejemplo, hay tanta gente que piensa que derramar sal produce mala suerte como la que piensa que la produce buena.

Supersticiones hay de todo tipo. Algunas tan incontrolables como el hecho de que un gato negro pase por delante de una persona. Otras, tan arraigadas en nuestra sociedad como que el novio no pueda ver a la novia con su vestido de boda hasta el momento de la ceremonia. Unas tienen solución, como el derramar sal -solo hace falta coger una pizca de la sal derramada y echarla por encima del hombro para auyentar la mala suerte-, el hablar sobre alguna desgracia o hecho no deseable -el famoso "toquemos madera"-, o el que alguien barra los pies de otra persona con la escoba -ante lo cual, dicha persona debería pisar la escoba para revertir la mala suerte-, mientras que otras no la tienen, como romper un espejo -que no se si dará mala suerte, pero desde luego, hay que tener mala suerte o ser muy torpe para romper un espejo.

Acabo de enterarme que otra superstición existente es la creencia de que limpiar la mesa con papel en lugar de con un paño de tela trae pérdidas económicas. Tras más de un año de independencia que llevo haciéndolo, aún no vivo en la calle.

Otras supersticiones bien conocidas son, por ejemplo, pasar por debajo de unas escaleras apoyadas en una pared, formando así un triángulo entre la escalera, el suelo y la pared; abrir un paraguas dentro de casa; tener un solo vaso de una colección tras haberse ido rompiendo los demás; que te mire un tuerto; o sentarse a comer en una mesa con otras 12 personas -siendo entonces 13 personas las sentadas a la mesa, y volviendo así al tema de la triscaidecafobia. Esto también viene de la religión cristiana, dado que 13 eran las personas sentadas en la última cena, y acabó en tragedia...

En cualquier caso, estas supersticiones no son más que, salvo en casos en los que se cree en ello por simple costumbre, miedos a la desgracia, al infortunio. Al igual que la triscaidecafobia, por ser una fobia, es un miedo irracional a aquello a lo que hace referencia -el número 13-, quienes sienten más miedo a estos hechos no hacen más que sufrir una fobia. No existen fobias específicas para el resto de supersticiones, que yo sepa, por ser más comunmente tomadas como costumbres que como hechos dadores de mala suerte. Por ejemplo, aunque existe una fobia a los gatos, ailurofobia, no existe una fobia específica a los gatos negros, al menos que conozca. Por tanto, aquella persona cuyo miedo a estos hechos sea exagerado deberá, como cualquier otro miedo o fobia, ser tratado psicológicamente.

Y esto me queda genial para enlazar con la próxima entrada que escribiré: Psicología - Miedo.

martes, 6 de abril de 2010

Sociedad - Sistema judicial

Aviso: el texto escrito a continuación puede herir la sensibilidad de algunas personas, por hablarse de temas que pueden haber influido muy de cerca en algunos lectores.


Antiguamente, se entendía por justicia el cortarle la mano a un ladrón, el ahorcar a un asesino, o, incluso, el quemar a una supuesta bruja –claro que esto, obviamente, está mal por dos motivos: porque no existen las brujas; y porque se debe respetar a los no creyentes tanto como a los creyentes.

Sin embargo, en cuanto a los casos anteriores, ¿quién sabe si no estaríamos mejor como antes? Porque si a un ladrón se le corta una mano, para empezar, difícilmente podrá volver a robar. O lo hará la mitad de bien. Y si se le vuelve a pillar…ya no podrá volver a robar. Dos oportunidades son bastantes, ¿verdad? O si parecen pocas, un aviso tras el primer robo, y ya con el segundo…Pero es que además, si ese ladrón es conocido por algún otro ladrón, al ver que este pierde una mano por robar, persuadirá a los demás de hacerlo. Prevenir y curar al mismo tiempo.

En cuanto a los asesinos, el derecho a la vida es -y si no lo es en realidad, desde luego lo es bajo mi punto de vista- el derecho primordial, el derecho principal, de todo ser humano. Es nuestro máximo derecho, ya que es la vida la que nos define como ser vivo, y es por ser seres vivos por lo que somos seres humanos. Que un ser humano suprima este derecho de otro ser humano, es algo que no puede tener perdón. Por supuesto, al igual que no es lo mismo que un mendigo robe una barra de pan y una botella de agua en un supermercado, a que alguien le robe la cartera a un turista sin razón de peso, tampoco todos los asesinatos son iguales. La justicia en ese sentido, sí que es subjetiva, pero, en mi opinión, no lo suficiente. Porque aunque normalmente se dice que todo ser humano posee los mismos derechos, no es así, ya que, quien con sus actos impide que otra persona goce de sus derechos, no merece tener los mismos derechos que el resto, o al menos, desde luego, no los mismos que los de la persona a quien se los coarta. Es mi opinión, pero probablemente lo sea la de la gran mayoría: quien mata a alguien que ha violado, torturado, o asesinado a otra persona, no merecería el mismo castigo que el violador, torturador, o asesino en cuestión. Siempre, claro está, que esa persona lo haya matado por ese hecho, y no porque sí.


Es decir, que en mi opinión, pero estoy seguro que la comparte mucha más gente, quien mata a, por poner un ejemplo concreto, un violador, no merece sufrir tanta condena como un asesino corriente, o incluso, como el propio violador.
Maltratar, violar, asesinar, torturar. Cuatro palabras, todas muy fuertes. En mi opinión, las cuatro cosas más horrendas que un ser humano puede hacerle a otro, por orden de menos a más grave -sí, creo que la tortura es peor, bastante peor, que el “simple” asesinato-. ¿Las condenas que merecen? Respectivamente, maltrato, cárcel, muerte y tortura. Eso, claro está, suponiendo que el maltratador y el torturador no hayan matado maltratando y torturando. De haberlo hecho, merecen claramente morir maltratados y torturados.

¿Es la muerte una condena muy dura para alguien que ha matado? Bueno, teniendo en cuenta que quien mata a alguien demuestra que no respeta en absoluto la vida humana, ¿por qué va a ser respetada su propia vida?

Sin embargo, en la actualidad, la justicia aplica en cualquier caso, tanto a maltratadores, violadores o asesinos –no es que me olvide de los torturadores, pero, por suerte, estos no son muy numerosos-, simples años de cárcel. Sí, pondrán muchos, pero ¿de qué sirven? Muy rara vez el acusado los cumple todos, y en numerosas ocasiones se le acorta tanto la condena que es de risa. Después están en libertad, vigilada, eso sí. Vigilancia tan buena que muchas veces, aún en libertad vigilada, cometen nuevos delitos. Es como cuando dicen a las mujeres que denuncien a sus parejas si las maltratan, para poder ser protegidas. Estoy de acuerdo en que deben denunciar, pero se esmeran más bien poco en proteger, desgraciadamente.

Hago un inciso: hoy no tengo internet, así que he visto las noticias con mis padres. Parece ser que, en esta Semana Santa, cinco mujeres han muerto víctimas de la violencia de género. De estas cinco, dos se llevaron a cabo en mi Comunidad Autónoma, Castilla y León. Y de los cinco “hombres” que mataron a su pareja, cuatro de ellos se quitaron la vida tras hacerlo. Yo soy ateo, pero aún así, viendo esto, he de decir que ojalá existan cielo e infierno, y el marido esté sufriendo torturas en el infierno, mirando hacia arriba, y viendo cómo su mujer es amada y agasajada en el cielo. Si no sufrió en vida, por ser tan cobarde de suicidarse tras asesinar a su mujer, que sufra para toda la eternidad. Esas muertes fueron en Semana Santa, pero además, son ya quince las mujeres que han muerto por la violencia de género en lo que va de año, nada menos que cuatro más que el año pasado en la misma fecha. Cifras nada alentadoras, el problema va de mal en peor. Además, de esas quince, solo dos habían denunciado a su pareja. Tal cual lo decían las noticias: “de estas quince, solo dos habían denunciado a su pareja”. Así parece que denunciarla tiene mucha utilidad, porque “solo” dos de cada quince, es decir, que cerca de un 15% de las mujeres muertas por la violencia de género han muerto tras haber denunciado. Si cambiamos un poco la frase…”de estas quince, incluso dos habían denunciado a su pareja”. ¿A que así no parece tan alentador? Y es que si se denuncia un maltrato, debería ser imposible que el maltratador hiciese más daño a la víctima, pero en fin.

Volviendo al tema, y en cuanto a penas judiciales se refiere, precisamente hoy, casualidades de la vida, también viendo las noticias, he oído que resulta que se cumplen 25 años desde que Pedro Pacheco, ex alcalde de Jerez, dijese, por lo que fue muy criticado y famoso a la vez, e incluso inhabilitado de su cargo por seis años, “la justicia es un cachondeo”. Y es que al parecer, esta es la cruda realidad. Porque las condenas no se cumplen, porque las denuncias se ignoran, y porque las penas más que penas son gracias. Tan “gracias” son que los asesinatos en nuestro país, un país que no destaca precisamente por un alto índice de asesinatos, si no tal vez incluso por todo lo contrario -muere mucha gente, pero muchísima en accidentes, y poca porque nos matemos entre nosotros-, empiezan a ser un problema bastante serio.

Y el futuro se presenta con negros nubarrones.

Porque no solo quienes son adultos ahora están cometiendo estos atentados contra la vida -lo que podría aliviarnos un poco dejándonos pensar “bueno, al menos nosotros, las próximas generaciones, sanaremos este error”-, no. Muy a mi pesar, y al de la mayoría por no decir la totalidad de la gente, de forma inexplicable, cada vez se dan más casos de “menores” que matan a otros menores. O aunque sea a otros mayores. Bueno, sobre esto lo primero que cabe decir es que es hora de ir cambiando el significado de la palabra “menor”. Que no se sea mayor de edad hasta los 18 años para conducir, beber y fumar (legalmente, claro, porque ilegalmente lo hacen, por desgracia, desde los 12 ya), no implica que no se sea mayor de edad en ningún aspecto hasta los 18 años. Porque si niños, porque aún son NIÑOS, de 13, 14, incluso 16 años, son capaces de cometer algo tan grave, tan terrible, tan malo que mucha gente mucho mayor que ellos no cree posible que un ser humano pueda hacer algo así, como un asesinato…es porque no son menores. Si la edad legal para fumar y beber (alcohol, por supuesto) es de 18 años, pero todos los días ves niños de incluso 12 años fumando o de botellón, ¿no será que están pidiendo a gritos ser tratados como adultos? Por supuesto, la prohibición del alcohol y el tabaco a menores de 18 años debe seguir así, no creo que queramos tener generaciones enteras con un alto índice de comas etílicos o cáncer de pulmón antes incluso de que entren en la adolescencia. Pero si se creen tan mayores, tan “inteligentes”, tan, hablando claro, gallitos, como para fumar incluso marihuana y beber alcohol hasta caerse al suelo, castiguemos sus actos con la dureza que es necesaria. No digo que un chico de 16 años vaya a la cárcel por posesión de drogas como lo haría un adulto. Me parece algo grave, sí, e incluso incomprensible, pero dentro de lo grave, no tiene tanta importancia. Pero es que, además de ridículo, es injusto, que cuando ese chico, con 16 años, decide por cuenta propia, creyéndose Dios me imagino, que la vida de otro chico de 16 años ha terminado, reciba poco más que unos azotes en el culo y unos meses “en su habitación sin salir” -sé que no es así, que van a un centro de menores y, al cumplir los 18, si se da el caso, a la cárcel, pero eso sigue siendo poco menos que nada-. Y es injusto porque la familia de ese chico de apenas 16 años, con toda su vida por delante -joder, si yo con 19 aún la tengo, un chico de 16…-, no podrá jamás olvidar lo sucedido, vivirán lo que les quede de vida sufriendo, lamentándose, recordando con lágrimas en los ojos cuán felices eran con su pequeño.


Mari Luz, Marta del Castillo, Cristina Martín. ¿Verdad que duelen esos tres nombres? Yo no veo mucho las noticias, y siempre me entero tarde de estas cosas. Pero me entero, es inevitable, para bien o para mal. Obviamente, deprime saber que algo así pasa…porque no tiene ni pies ni cabeza, no cabe en cabeza de cualquier persona con sentimientos que algo así pueda suceder. Es horrible, trágico, doloroso, injusto...¡un sin sentido! Ya es difícil imaginar qué motivos llevan a una persona adulta a matar a otra. Pero, ¿a un niño? Un niño de esa edad no puede haber hecho aún nada tan grave como para merecer la muerte…bueno, miento. Quienes han hecho eso, sí han hecho algo para merecerlo. Pero claro, no la recibirán. Las noticias hablaban hoy también, como es lógico, de Cristina Martín. Entre otras cosas -como que a la supuesta homicida le caerán seis meses en un centro de menores y, si se determina que ella fue quien lo hizo, seis años “de reclusión” (imagino que, teniendo ella 14 años, se refieran a cuatro años en un centro de menores y dos en la cárcel), más dos años más de libertad vigilada. Bueno, de la libertad vigilada ya he dado mi opinión…-, contaron que la investigación se está llevando bajo secreto de sumario para que no se conozca en ningún momento la identidad de la chica que, al parecer, lo hizo, por miedo a lo que la gente pueda hacer, ya que en el pueblo de Seseña ya hay gente que ha intentado saber quién era, dónde vivía. Es obvio para qué quieren saberlo. Pero, ¿qué esperan? Le dicen a la familia de la pobre Cristina que quien ha acabado con su excesivamente corta vida podrá seguir su vida con normalidad –normalidad relativa…aunque si se va a vivir a otra parte, vivirá con normalidad absoluta- a partir de los 20 años…¡mientras que su pobre hija/sobrina/hermana/nieta no podrá disfrutar ni tan siquiera de su decimoquinto cumpleaños! ¿Esperan de verdad que la familia no intente hacer nada? Si incluso a mí, alguien sin ninguna relación con Cristina, ni con Seseña, ni tan siquiera con Toledo, me apetecería hacer sufrir a quien hizo eso -si se demuestra que ha sido ella. Porque ojo, que aún se está investigando…es posible que otra persona estuviese allí y fuese la verdadera homicida-, ¿cómo no va a querer hacerlo la familia, o aun que sea siquiera el vecino de la familia?

El caso de Marta del Castillo me hizo enfurecer. Por dentro, la gente que me rodea no merece sufrir mi rabia por culpa de terceras personas. Aún a día de hoy, no estoy muy seguro de qué pasó, pero creo que fueron su novio, o ex novio, con un grupo de amigos…todos menores creo recordar, aunque uno creo que cumplió los 18 mientras aún estaban juzgándoles. No lo sé. En cualquier caso…fue una auténtica atrocidad. Y habiendo sido un grupo de chicos…no quiero ni imaginarme lo que la habrán hecho sufrir…es repugnante. Si por mi fuese, si tuviese los medios, la independencia suficiente, y la suficiente seguridad en mi mismo, fundaría un grupo que se dedicase a acabar con la vida de calaña como esa. Basura, desperdicios, inmundicia, eso es lo que esa “gente” es. No es necesaria en nuestra sociedad, y no nos aporta nada. De haberse aplicado la pena de muerte con estos chicos, de haber muerto en la silla eléctrica, la horca, la guillotina, la hoguera, la cámara de gas -el ser humano ha creado tantos maneras de matar que parece absurdo que se usen todas para matar inocentes y no para castigar a quienes lo merecen-, es posible que Cristina Martín estuviese aún aquí…y es posible que yo estuviese escribiendo sobre los beneficios del nuevo sistema de condenas.

Pero no ha sido así…Cristina, que en paz descanse, nos ha dejado, y yo estoy escribiendo, ofendido y atormentado, sobre cómo nuestro sistema judicial derrama injusticia e insensatez por sus cuatro costados.


Solo una última cosa para terminar. Sé que escribiré sobre política en algún momento: partidos políticos, formas de gobierno, y demás. Pero no es este el caso. Si bien el gobierno, creo, tiene el poder y la capacidad de cambiar el sistema judicial, no es ni este gobierno socialista, ni el popular que pasamos con anterioridad, quien ha instaurado este sistema, por lo que en ningún caso estoy culpando ni a unos ni a otros. Solo quiero que eso quede claro…



Pd: Pese a no haberlo podido publicar por no tener internet hoy, esto ha sido escrito a día 5 de abril del 2010, lunes, por lo que al hablar de “hoy”, en todo el texto, me remito a dicho día.